sábado, 26 de febrero de 2011

35. 'Hija, Te Amamos'


- No – dije tomando aire – No Puede ser.

- Sol, Lo Lamento – Dijo Anny.

Pero no esto no me podía estar pasando a mí, primero tratan de matarme, luego… mis padres… mis padres estaban muertos. Dios Mío.

- Esto es Demasiado Para mí – dije – Paul… ¿Por qué? ¿Por qué no me dejaste morir?

- Amor, cálmate, por favor, trata de calmarte, piensa bien, tus padres te amaban, murieron… felices, disfrutando de su viaje. – Dijo Paul dándome palabras de aliento.

- Pero ellos no se merecían eso, ¿Por qué así? Morir así debe ser horrible, Paul Amor… – Dije cayendo al suelo.

Sentí otra presencia en la sala, Andrea esta allí, ella corrió hacia mí y me abrazo, sentí su calor, su apoyo. Paul se agacho, el también estaba muy impresionado por la noticia, paralizado al igual que yo, pero aun así el estaba allí, apoyándome, dándome aliento; Anny se dejo caer al suelo también y nos abrazo a los tres.

- Sol, sabes, en este momento solo recuerdo cuando perdí a mis padres, pero allí estaban Anny y Paul, para mí, para cuidarme. – Dijo y Pauso – y tú no solo los tienes a ellos, también me tienes a mí.

- Gracias Andrea, Gracias a Todos… Pero Necesito estar Sola. – Dije, soné muy egoísta, pero lo necesitaba.

- Tranquila, nos iremos, te esperamos en la casa cuando estés lista ¿ok? – Dijo Anny.

- Pero… - Anny no dejo continuar a Andrea.

- Ella se cuidara André, recuerda que es vampiro. – Dijo Anny encaminándola hacia la salida. Camino hacia el auto.

Paul seguía allí, el no me quería dejar sola, estaba completamente segura de que él pensaba que yo planeaba hacer una locura. Pero no era así, igual si lo hacía no moriría, era inmortal.

- Amor por favor. – Le Dije.

Eso basto, me beso la frente y en un segundo se esfumo, la casa estaba completamente sola, como aquel día que Paul falto al instituto y mis padres habían ido a una cita, y yo estaba muy preocupada por ellos porque no me habían avisado su partida.

Subí las escaleras, directo al cuarto de mis padres y me lancé en su cama. Aun tenía su olor, el olor del perfume de mi madre y de mi padre, ligados, estaba tan triste, mire por encima de mi hombro y note, en la mesa de noche en un portarretrato una foto de los tres abrazados cuando yo tan solo tenía once años.

Lo agarre y apreté contra mi pecho, esto era imposible de creer, los había perdido, para siempre.

Abrí el portarretrato y saque la foto, me sorprendió mucho lo que encontré allí, algo que me hubiese hecho llorar hasta morir en mi vida humana.

“Sol querida, si algún día no estamos para ti, recuerda lo mucho que te queremos, y lo mucho que significas para nosotros, eres nuestra bebe, nuestra consentida, en fin lo eres todo para nosotros, eres nuestra hija, y el motivo por el cual siempre hemos luchado, en las buenas y en las malas, siempre que te sientas sola, sabes que hay estaremos nosotros, para ti, y ten presente siempre: sigue adelante, cumple todos tus sueños, y jamás defraudes a los que te quieren. Te Amamos, Besos, Tus Padres.”

Mis padres, sin duda no se merecieron esa muerte que les dieron, ellos siempre, siempre estuvieron allí, para mí, y ahora no estaban, pero tenía que superarlo, y seguir adelante, como lo decía en esa carta, cuanto amaba a mis padres.

Salí feliz de ese cuarto, esas palabras me auxiliaron tanto en este momento, baja las escaleras con la carta en mi mano, directo a la cocina, y tome dos imanes, y coloque la carta bien estirada en el refrigerador, para que me recordara todos los días de la vida, lo mucho que me quisieron mis padres, y lo mucho que yo los quería y aun lo seguía haciendo. Y note que la comida que había hecho Paul para Andrea seguía allí, la tire y fui directo al baño.

Me di una ducha rápida, apenas eran las once del día, al salir me vestí a la velocidad del rayo y corrí hacia afuera para despejarme ya que el teléfono de mi casa no dejo de sonar en toda la mañana, mi familia, que estaba esparcida por todo el país, llamaba para preguntar por mí, y por lo sucedido; lo único que yo les decía era que yo estaba algo triste pero sabía lo mucho que mis padres disfrutaron, y lo mucho que yo los extrañaría.

Pero decidí no pensar más en eso, corrí hacia un parque de la ciudad me senté debajo de un árbol, y recordé todo lo que había hecho en mis vacaciones, en ese momento mi celular se estremeció en mi bolsillo, pero no quise contestar, si quiera me tome la molestia de ver quién era, pero sospechaba que debía ser Paul o tal vez Anny, pero lo menos que quería en este momento era hablar.

Me deje caer en el césped y cerré mis ojos, y gracias a todos mis nuevos sentidos pude escuchar sonidos de la naturaleza, que jamás en mi vida humana podría haber escuchado.

Volvió a estremecerse mi teléfono, pero esta vez decidí contestar, era Paul.

- Amor, me tienes preocupado, ¿Dónde estás? ¿Por qué no estás en tu casa? – dijo Paul sin dejar si quiera que dijera ‘Hola’.

- Estoy en el parque, Tranquilo. – Dije relajada.

- ¿Estás Bien? ¿Te calmaste amor? – Me parecía que el estaba más afectado por la situación que yo.

- Si cariño, estoy bien, si quieres vienes a comprobarlo. – Le dije.

- Está bien, no te muevas de allí, rastreare tu olor. – Dijo.

- No, no me moveré. – Dije.

Me colgó y cerré los ojos, sabía que en un minuto él estaría allí, amaba su preocupación, el era muy sobreprotector pero Así lo Amaba, tal y como él era.

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