lunes, 1 de agosto de 2011

68. ¡Sorpresa!


- ¿Qué quieres de regalo Para este Aniversario? – Me pregunto.

- ¿Qué mas regalo que nuestro hijo eh? – Le respondí.

En eso Andrea se acerco y nos abrazo a ambos.

- Cierto que hoy es veinte y dos de diciembre. – Pauso. – Cumplen tres años de casados, más lindos. – Dijo y nos soltó.

Axel nos miro y se puso las manos en la boca.

- ¿Qué te pasa niño? – Le pregunte.

- Me sorprende lo mucho que has aguantado a Paul, si yo fuera tu, ya me hubiese ido. – Pauso. – Pero no soy yo, así que… Felicidades.

- Eres un Tonto ¿Lo sabes, Verdad? – Pregunto Paul refiriéndose a Axel.

Mi esposo me tomo la mano y nos levantamos.

- Ven… Tienes que desayunar. – Me dijo y me garganta ardió, odiaba tener que comida humana, pero lo hacía por mi hijo. – Luego, te tengo una sorpresa.

¿Una sorpresa? No me lo pude imaginar ya que Paul me sorprendía con cada cosa que hacía, nunca podía saber lo que haría exactamente, al contrario de mí, pues soy muy predecible.

Axel y Andrea se marcharon de la casa, Axel le murmuro algo a Paul en el oído explicando a donde iban, algo que no alcance a escuchar.

Comí con desdén, y al terminar, Paul me coloco una copa de metal enfrente de mí, yo la mire directamente y luego lo mire a él, ¿Esa sería la sorpresa?

- Es sangre. – Pauso. – Bébela, así no tendremos que cazar hoy ¿Vale?

- Está bien. – Respondí, agarrándola y empinándome en ella.

Al terminar la coloque de nuevo en la mesa, mire a mi esposo y este se rio, se acerco lentamente a mí y acaricio el borde derecho de mis labios tomando mi barbilla, me enseño su dedo y tenía una gota de sangre.

- Listo. – Tomo Aire. – Ahora, la sorpresa, cierra los ojos. – Entonces la copa no era la sorpresa.

Cerré los ojos, el tomo mi mano, y me guio a través de la casa, solo supe donde estábamos cuando subí las escaleras.

- Esta es la primera Parada, abre los ojos. – Estábamos en nuestra habitación.

- ¿Compraste sabanas nuevas? – Pregunte jugando, sabía que no era así.

- No tonta, acuéstate. – Señalo la cama.

Entonces me acosté, y observe como Paul armaba alguna cosa extraña la cual conecto al televisor de la habitación, en ese momento vi una cosa que me recordó cuando acompañe a una amiga, que había salido embarazada a muy temprana edad al consultorio de un ginecólogo; ese aparato que Paul estaba armando, era el mismo con el cual habían certificada que mi amiga estaba embarazada, con ese aparato, pudieron oír el latido de corazón del bebé que crecía dentro de ella (Por su puesto, ya yo podía oír los latidos de mi bebé, gracias al hecho de ser vampiro), y como por arte de magia pudieron ver al bebé también, a esa amiga sus padres la sacaron del país y nunca volví a verla, en ese tiempo yo apenas tenía quince años, mi amiga ya tenía diez y seis (recién cumplidos, en ese tiempo) y aun estábamos en secundaria.

Paul acerco el aparato a la cama.

- ¿Lista? – Señalo mi vientre. – Levántate la camisa.

Froto en mi piel, la misma sustancia fría y pegajosa que le habían aplicado a mi amiga.

- ¿Por qué no me habías dicho que podíamos verlo? – Pregunte enseguida que coloco el aparato encima de mi piel.

- No se podía, hasta hace un año que descubrimos que este aparato… – Lo apretó mas contra mi piel, buscando el lugar de donde provenía el sonido de un pequeño corazón. – Podía atravesar la piel de los vampiros. Claro esta es la última versión de este pequeño aparatito, es en 3D, los más antiguos que este, no pueden atravesar nuestra piel, Darwim y yo lo descubrimos, después de tantas insistencias de Anny en querer hacerse un eco. ¡Lo encontré! – Se exalto. - ¡Míralo!

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