viernes, 29 de abril de 2011

44. El Gran Día ( II Parte)


Cuando llego el momento de los votos Paul me guiño el ojo y comenzó.

- Tú me fascinas, porque solo existes tu en mi vida, tú me enamoras porque ya mi vida es un vacío sin ti, tú me alimentas porque solo vivo de ti... tú me cautivas porque solo puedo mirarte a ti. – Dijo; esas palabras causaron en mí una pequeña cosquilla en mis ojos, ¿Eso era la sensación de querer llorar?



El sacerdote me miro y asintió, era mi turno.

- Aspiro a ti, a sentir cada mañana la maravilla de tu eternidad, a bañarme en el aroma de tu amor, a rodearme de las caricias de tus manos... aspiro a ti Sintiendo en mí el despertar del amor. Veo en tus ojos una luz que me lleva a perderme en tu ternura más dulce, veo en ti ese amor que anhelo... – Y así culmine.

El resto de la ceremonia se hizo pequeña para cuando llego la parte decisiva al ponernos los anillos. Cuando el sacerdote dijo sus palabras: ¿Aceptas a Sol Tyson por tu esposa, hoy y siempre, hasta que la muerte los separe? Todo pareció mágico, aunque fue algo redundante, ya que Paul y yo, seriamos Eternos.

- Acepto Tremendamente. – Dijo Paul y me miro con picardía.

Se escucharon unas cuantas risitas entre los espectadores; y en ese momento recordé que no solo estábamos nosotros.

- Sol Tyson, ¿Aceptas a Paul Clanwderd por tu esposo, hoy y siempre, hasta que la muerte los separe?

- No hay nada más Que quiera en el Mundo, Acepto. – Dije.

Y al decir ‘Paul, Puedes Besar a La Novia’, todo el mundo se desvaneció ante nosotros, nos dimos un beso largo y apasionado, hasta que Paul me recordó que seguíamos dentro de la iglesia, entonces tomo mi mano y salimos corriendo atreves del pasillo.

Todos dentro de la iglesia nos siguieron y empezaron a aplaudir y felicitarnos.

- Ahora con pasión en nuestros ojos no hay forma de disimular nuestro secreto. - Le dije.

- Te quiero más de lo que nunca sabrás. - Susurro en mi oído.

- Paul, yo… - No me dejo terminar y me dio un gran beso.

- Anda a saludar a tu Familia, luego te presentare a unos amigos. Te Amo. – Me dijo.

Busque entre la gente a mis tías que en cuanto me vieron empezaron a llorar, yo las abrace y sin duda ellas notaron la frialdad mi piel, pero no les importo. Ellas me miraron con gran dulzura, pero a la vez algo de tristeza.

- Sol querida, debes estar muy triste de que tus padres no estén contigo en este momento tan importante. – Dijo una de mis Tías.

- Todo lo Contrario, ellos están conmigo siempre, y me cuidan desde donde quiera que estén. – Les dije y sonreí.

Ellas sonrieron con admiración y yo abrace a mis primas y a mi primo.

- Gracias por estar aquí, los adoro. – Les dije.

- Tonta, también te adoramos. – Respondió mi primo.

- ¿Irán a la fiesta? – Pregunte.

- Lo lamentamos cariño, pero nos tenemos que marchar, tu tío está muy enfermo y tenemos que cuidarlo. – Dijo una de mis tías.

- Oh, lo siento. – Dije.

- No, lo sentimos nosotros. – Respondieron todos mis primos a la vez.

- Por lo menos vinieron a la ceremonia, se los agradezco muchísimo. – Dije.

Nos despedimos, y ellos se montaron en sus autos; solo con su presencia me había alegrado aun mas mi día.

Paul me llamo hacia donde él Estaba con Anny y un amigo. Anny lucia algo apenada, algo que era muy extraño en ella.

- Sol, Te presento a Darwin, Un viejo Amigo. – Me dijo Paul.

- Mucho Gusto Darwin, Soy Sol Tys… - Paul no me dejo terminar.

- Sol Clanwderd. – Corrigió.

- Cierto. – Dije. Al hombre se le calculaban unos veintiun años, era rubio de ojos castaños.

- Mucho Gusto, Paul que esposa tan hermosa. – Dijo Darwin.

- Lo sé, y no imaginas lo feliz que estoy de que sea mi esposa. – Contesto Paul.

Anny no había hablado en un buen rato y eso me preocupo, la jale del brazo y ella me miro. Yo casi la arrastre unos pasos lejos de los chicos.

- Anny ¿Qué pasa? – Le dije.

- ¿Qué pasa de qué? – Me dijo.

- Andas algo… me corrijo ¡muy distraída! – Le dije.

- ¿SE me nota mucho? – Dijo casi gritándome.

- Si, algo. ¿Qué pasa? – Le dije.

Ella miro al chico que estaba con Paul y luego me miro a mí con preocupación.

- Es ese… Darwin. – Me dijo. Y en seguida sentí una presencia detrás de mí.

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