miércoles, 6 de julio de 2011

48. Solos






Paul me miro de nuevo con picardía en los ojos, pero esta vez no me beso, miro el volante y encendió el motor.

- Por lo menos no la mato. – Dijo Paul.

- Ahora será vampiro, vamos, así estaremos todos siempre juntos. – Le dije yo poniendo mi mano en su pierna con señal de consuelo.

- Es cierto, bueno ahora, a disfrutar de nuestra Luna de Miel… ¿Te parece? – Dijo y luego me tiro un beso.

Estuvimos recorriendo toda la ciudad, hasta que llegamos Al museo de Televisión, toda la tarde la pasamos allí caminando de un lado a otro.

De noche ya, regresamos al hotel, aunque no necesitáramos ni comer, ni dormir, ni ninguna de esas necesidades nos teníamos que duchar y hacer creer al hotel que éramos humanos.

Cuando ya estábamos recostados en la cama decidí hacerle una pregunta a mi hermoso vampiro.

- Amor… ¿Por qué Darwim sigue en la casa?

- Creo que él y Anny se llevaron muy bien, más de lo que deberían. – dijo entre risas.

- ¿Cómo nosotros? – dije.

- No creo, como nuestro Amor no hay otro. – Sus palabras hicieron que me dieran ganas de besarlo y así lo hice.

Observe como el sol salía a través de las nubes en la madrugada, mi piel desnuda ardía, en ese momento levante mi cabeza que estaba en el pecho de Paul para rozarle los labios, el sonrió y me beso con fiereza.

Sus dedos rozaban la piel de mi espalda y los míos la de su pecho.

- Estaremos Juntos Siempre. – Dijo.

- Siempre. – Repetí y lo apreté aun más contra mi cuerpo.

Lo mire de nuevo y lo vi con un extraño color en sus mejillas, parecía estar sonrojado, entonces me di cuenta que todo su cuerpo estaba así, y el mío también, nuestra piel no era pálida, a simple vista parecía que había vuelto a ser humana, y el, también.

El se veía tan perfecto, estaba viendo hacia el techo, me preguntaba que estaba pasando por su mente en este mismo momento; me preguntaba también que sentiría al estar así, los dos más unidos y felices que nunca, en eso Paul bajo la mirada hacia mi rostro, ‘Hermosos Ojos’ Pensé. Su mirada hacia que mi cuerpo se estremeciera y me sintiera protegida, en mi vida jamás había visto algo que me hiciera sentir así.

Pensé en mis padres, ellos tal vez hubieran querido verme vestida de novia caminando hacia el altar, y despedirme en el aeropuerto mientras salía por la puerta hacia el avión tomada de la mano con mi esposo, mi madre envuelta en lagrimas diciendo que ya era una mujer y que me deseaba toda la felicidad del mundo, mientras mi padre refunfuñaba por no querer que me valla durante mucho tiempo. Aunque sabía que ellos me acompañaron en esos momentos en alma, hubiese querido que también lo hicieran en cuerpo.

Sentí las manos de Paul en mi Cara.

- ¿En qué Piensas? – Pregunto.

- En Mis Padres. – dije sin mirarlo. - ¿Sabes? Estuve a punto de hacerte esa misma pregunta.

- Sabes que ellos están contigo. – Me dijo. – Y… ¿Quieres saber en qué pienso?

- Lo sé, hasta ahora, que estamos así… - Pensé en que mis padres me podían estar viendo ahora, me aparte un poco de su cuerpo y me tape con la sabana. – Dime qué piensas.

- Pienso en esto, es… perfecto, jamás me imagine esto, así no. – Dijo con tono de pena.

- Tampoco me lo imagine, ¿todo parece mentira verdad? – Dije.

- Es un sueño, del que no quiero despertar, jamás. – Beso mi frente y se levanto de la cama, nuestra piel seguía de un color rosa.

Camino hacia la puerta del baño, volteo y me miro.

- ¿Te darías una ducha Conmigo? – Pregunto y yo me levante, camine hacia donde estaba él y le di un golpecito en el trasero.

Entre al baño y abrí el agua de la tina, para que se llenara.

- ¿No entras? – Dije bromeando.

El entro y cerró la puerta.

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