jueves, 21 de julio de 2011

62. Sangre Podrida


Cuatro meses Después

Cesar, el hermoso hijo de Anny, estaba gigante, casi caminaba ya, me sorprendía la forma en cómo evolucionaba, apenas tenía cuatro meses de haber nacido y cualquiera juraría que tenía ocho o más.

Paul estos meses me había estado hablando sobre bebés e hijos, le emocionaba mucho la idea de tener el suyo propio, pero yo insistía en que aun no estábamos listos, además era suficiente un bebé en casa, no quería otro niño al cual entretener cada cinco minutos porque se aburría muy rápido.

Darwim cargaba con Cesar de una casa a la otra, cuando se cansaba de él, lo traía para que Paul y yo lo divirtiéramos tocando el piano, pero era muy inquieto y no le prestaba ni la mínima atención a la melodía; cada día el niño se parecía más a su padre, completamente rubio y de ojos miel, a pesar de que sus dos padres eran rubios, se inclinaba mas a Darwim, era idéntico a él, excepto que en la personalidad, juraría que era idéntico a Anny, muy inquieto.

Mi esposo pasaba horas jugando con su sobrino, se turnaba con Andrea y Axel que lo trataban como un juguete, algo que me sorprendía de Andrea, ya que de Axel se podía esperar todo, el pasaba de tener diez y seis años, a tener diez, seis, y hasta a veces parecía de dos, por sus actitudes; Andrea lo trataba como un niño y creo que esa era la razón por la cual Axel estaba así, ya que cuando yo lo conocí, era alguien muy maduro, un conquistador como lo llamaba Paul, ahora lo llamaba niño autista, malcriado, o la primera cosa que se le pasara por la mente.

Yo ayudaba a Anny a prepararle los teteros, los jugos, y ayudaba a cambiarlo; a mí me sorprendía mucho que Anny no produjera leche, pero Paul me había explicado, que los vampiros no contamos exactamente con todas las cualidades de los humanos, solo el hecho de poder tener hijos a través de un parto. Las demás cualidades provenían de animales como los felinos, de allí provenía nuestro gran sentido del nuestro olfato y la manera en que podíamos escuchar a tal claridad; nuestra vista venia del Águila, el animal con la mejor vista en todo el mundo; Paul no me supo explicar muy bien e donde provenía nuestra velocidad, decía que tal vez fuera de guepardo, pero nosotros podíamos correr a muchísima mayor velocidad que ellos, pero él, al igual que yo, admiraba a estos hermosos animales.

Sentí un golpecito en la pierna, baje mi mirada y allí estaba Cesar, gateando, lo tome en brazos y lo senté en mis piernas, empezó a moverse a todos lados, movía sus pequeñas manos hacia el piso señalándome que quería bajar; en eso Anny venia caminando con un tetero en mano, y Cesar empezó a alzar los brazos hacia ella, sin ninguna duda mi pequeño sobrino político estaba muy pegado con su mamá.

Se lo entregue y lo alimento; ni Andrea, ni Axel, ni Darwim estaban en casa, habían ido a cazar, y en cuanto ellos volvieran iríamos Anny, Paul y yo. A Anny no le agradaba mucho la idea de dejar a su “pequeño” bebé, pues no era tan pequeño.

Darwim, llego y nos informo que Axel y Andrea le dijeron que planeaban dar un paseo, a Paul no le gusto mucho lo que escucho pues la última vez que ellos se habían ido de paseo, solos, Andrea había cometido el más grande error de su vida, aparte de haberse teñido el cabello de rojo, pero de Anny de tanto rogarle le había convencido para que lo volviera a pintar de su color natural, y así se veía mucho mejor.

Enseguida Anny le entrego el bebé a Darwim, y nos fuimos a Cazar.

Regresando a casa

- ¿No entraran? – Pregunto Anny, invitándonos a su casa.

- No hermana, estamos cansados. – respondió mi esposo, estaba tramando algo, sin dudas. – Nos vemos Mañana.

Me tomo en brazos y me llevo hasta la casa, luego subió las escaleras, y yo sentí un mareo.

- Paul bájame. – Dije mareada. – Paul bájame. – Repetí.

Me bajo con cuidado y yo me tire al suelo.

- ¿Qué pasa Sol? – Pregunto, yo no le respondí.

Se tiro al suelo a un lado de mí, y agarro mi barbilla.

- ¿Estás Bien Amor? – Me miro preocupado. - ¿Qué ocurre?

- No lo sé, nunca había sentido algo así desde que me transforme. – Le dije y sentí un ardor en mi garganta.

- ¿Qué sientes?

- Estoy mareada, me arde la garganta. – Conteste.

- ¿Sol que cazaste?

Al ver que no respondía me tomo la mano.

- ¿Qué Cazaste? – Volvió a preguntar.

- No lo recuerdo, unos alces, un zorro, no lo recuerdo bien. – Dije.

- ¿No tomaste sangre de un animal ya muerto verdad? – Pregunto, y yo intente recordar, pero cuando entro en la fase de caza, no recuerdo casi nada de lo que hice, todo es muy borroso; entonces recordé, un alce tirado en el suelo.

- Creo que sí. – Respondí, todo me daba vueltas.

El enseguida reacciono, me tomo en brazos y me acostó en la cama.

- Perdóname por esto. – Me golpeo muy fuerte en el estomago.

En seguida casi toda la habitación estaba llena de sangre, pero sentí un gran alivio.

- La sangre estaba podrida, no vuelvas a beber sangre así ¿está bien? – Dijo aun preocupado.

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